29.11.14

Chespirito: la ternura del Chavo y el gol de la Fiera

Yo estaba empezando en el periodismo y trataba de ganarme un lugar en la redacción del semanario Aquí, colocando notas.

En la contratapa de cada edición iba una entrevista, de preferencia a un famoso. La sección llevaba ya años, los personajes se estaban agotando, y pronto me di cuenta que era un dolor de cabeza para los jefes y una gran oportunidad para mí.

No había un periodista que se encargara en forma específica de esa entrevista. La redacción no era numerosa y los mismos que cubrían las noticias políticas, culturales y sindicales se rotaban para llenar esa sección del semanario. No daban abasto.

Muy rápido capté que si yo conseguía entrevistar a gente importante o con algo interesante que decir, tenía una publicación segura. Las cobraba y, más importante aún, allanaba el camino hacia mi gran objetivo: entrar en la redacción.

Aquí era un semanario político, pero igual me ingenié para publicar una entrevista al "Bombón" González, que estaba retirado del fútbol y, después de sus años de gloria en Peñarol, trabajaba de portero en una humilde casilla. También entrevisté a la actriz Mecha Bustos y al periodista Miguel Muto. Aproveché un viaje familiar a Buenos Aires para entrevistar al gran Berugo Carámbula. Eso gustó. Entonces me di cuenta de algo importante: cuando una figura de prestigio internacional visitaba Uruguay, los periodistas del semanario no siempre tenían tiempo de hacer todas las gestiones y persecuciones que suelen implicar las luminarias. Yo tenía tiempo y ganas de sobra. Entrevisté a Roberto Fontanarrosa y León Gieco. Al fin me gané mi lugar. La entrevista a Chespirito la hice después, cuando ya estaba dentro del equipo fijo de Aquí, ocupándome de noticias políticas. Pero había adquirido el hábito de cazar a los famosos y la pasión por entrevistar seguía. Además, ¿cómo dejar pasar al Chavo por Montevideo sin hablar con él?

La entrevista a Roberto Gómez Bolaños se publicó el 26 de enero de 1988, no sé la fecha exacta en que ocurrió, quizás en los últimos días del 87 o los primeros del 88. Chespirito había venido con su elenco a Uruguay para realizar una única función en el Cilindro. Se alojaba en el Victoria Plaza. No recuerdo cómo fue que combiné para encontrarnos en el lobby del hotel. Creo que hablé con él mismo... ¿será posible? Yo era un ilustre desconocido trabajando para un pequeño semanario casi artesanal. Sea como sea que haya sido, el encuentro quedó pactado.

Llegué al Victoria Plaza preguntándome si alguien tan famoso no me dejaría plantado. No había otros periodistas. Chespirito no demoró en aparecer.

Lo que sigue fue lo que charlamos. Empezamos hablando del Chavo y terminamos con Peñarol, que acababa de salir campeón de América. Seguro que no es una entrevista memorable, pero para mis afectos es eso y mucho más.






Chespirito Chapulín Colorado Chavo
La entrevista la ilustró Pepe Infantozzi



-¿Cuándo nació y quién es el Chavo?

-El Chavo nació hasta casi 17 años. Chapulín nació un poco antes, va a cumplir 18. El Chavo es un niño tierno, bueno. No sabe mucho por falta de vitaminas, no por falta de voluntad o de estudio. Él quisiera saber más. A pesar de ser muy pobre -carece de muchas cosas-, tiene el gran don de la vida. Y con eso quiere demostrar que teniendo vida hay esperanza y se puede, inclusive, ser feliz.

-¿Y usted dónde y cuándo nació?

-Nací en la capital de México, en el Distrito Federal, hace muchos años.

-¿Por qué cree que el Chavo, al menos en Uruguay, ha sido el más exitoso de sus personajes?

-Creo que es algo que ha sido sucedido en todos lados. Ha sido un camino un poco curioso. El Chapulín Colorado abrió las puertas. En líneas generales, abrió las puertas de toda América Latina , no sólo para mí sino para la televisión mexicana. Después del Chapulín Colorado empezaron a adquirir series o telenovelas u otros programas humorísticos mexicanos. Desde ese punto de vista le tengo mucho cariño. Pero creo que el Chavo tiene algo más. En el sentido de que no solo es hacer reír sino que digamos que hay un mensaje. Sobre todo un mensaje de ternura, de cariño, al Chavo. Hay gente que me ha dicho: "A mí no me hace reír, pero te quiero". Bueno, pues eso es más valioso que hacer reír. Yo creo que implica cariño.

-¿Usted es de origen humilde como el Chavo?

-No. Tampoco rico, ni mucho menos, pero un poco arriba de ese nivel. Solo que yo viví en un barrio que podría calificar de altamente democrático. Jugábamos lo mismo nosotros, que éramos el punto medio, con el niño de la casa más rica que nos invitaba a ella, que con el niño que vendía periódicos o con el que hacía mandados en la carnicería. Todos nos llevábamos muy bien.

-¿Es común eso en México?

-Quizás ahora ya no tanto, desgraciadamente. Se han establecido un poco más algunas fronteras, sobre todo en algunos lugares. Fue más común antes. Yo desde luego lo viví, y creo que de esas experiencias he extraído mucho.

-¿Usted realiza otro tipo de actuaciones?

-Desde mediados del 84 a mitad del 85 estuve un año entero en una obra, una comedia musical, que escribí, dirigí, actué, etcétera. Tuvo un éxito extraordinario, rompió todos los récords de recaudación para una obra mexicana. Había hecho algo antes de teatro y cine, no muy constantemente. Escribí mucho y ya en un plan estelar he hecho cuatro películas: El Chanfle, El Chanfle II, Chespirito Kid -que en otros lados se ha llamado Charrito- y otra más, Don Ratón y Don Ratero, que es un poco parecido a lo que venimos haciendo en esta gira. En el ambiente de los años 20, con mucha música y la sorpresa enorme de mi esposa, Florinda Meza, que es una extraordinaria cantante y estupenda bailarina. Afortunadamente han tenido todas un éxito muy grande.

-¿Le disgusta que la gente lo encasille como el Chavo? Porque todas estas obras no ha sido estrenadas en Montevideo, por ejemplo.

-Únicamente como el Chavo no me gustaría, pero a mí no me molesta que me identifiquen con ningún personaje. No les tengo envidia, como sé que ha sucedido con algún actor alguna vez. Yo los quiero, me han dado de comer, me identifico en algunos detalles con ellos, pero solamente en detalles. Yo sigo siendo yo, un adulto consciente que actúa. Represento a un personaje, pero no soy él.

-¿Es un esfuerzo para un adulto representar tanto tiempo el papel de un niño?

-Cualquier actuación representa un esfuerzo. Para mí es igual que cualquier otro personaje. Yo no pretendo hacer creer al público que soy un niño, sino que acepte esa caracterización. Me representa más problemas hacer Chaparrón Bonaparte, uno de los Chifladitos, porque debe mantener una expresión pequeña sin desbordamiento, y es difícil dar una imagen así.



-Además de su esposa, ¿alguno de los otros actores tiene una vinculación con usted?

-Sí. Hasta me han acusado de nepotismo (risas). Desde hace algún tiempo mi hermano, que representa al grupo, hace un pequeño papel, Godines, en la escuela. Y ahora viene también mi hijo, que hace algunos papeles en la gira. Él acaba de terminar la escuela de ciencias de la comunicación. En realidad, está más tiempo detrás de la cámara, es el editor de programa. Una responsabilidad muy grande, pero lo hace muy bien. También es un excelente actor, aunque creo que le gusta más estar detrás de la cámara. Ahora, es el único hombre que baila bien, los demás lo intentan. Bueno, yo me defiendo también.

-Su hijo creció viendo al Chavo. ¿Qué le parece?

-Pues, ¿creerá que no se lo he preguntado? (Se ríe). Le gusta todo eso. Incluso en la escuela, por ser una escuela de ciencias de la comunicación. han juzgado los programas. Mi programa se ha usado, por lo menos que yo sepa, por ocho alumnos de diferentes escuelas como base para sus tesis profesionales en esa carrera.

-Los programas mexicanos que llegan a Uruguay parece que no llegaran al nivel de el Chavo, en especial las telenovelas. ¿Usted cree que es buena le televisión mexicana?

-Las telenovelas a mí particularmente no me gustan porque los escritores, que son el fundamento de cualquier programa dramatizado, no son muy buenos. Por otro lado, somos en México el programa de mayor trascendencia. Entonces, suena un poco a presumir, pero creo que hay cosas buenas y a veces no llegan las mejores. Algunas inclusive no tendría objeto que llegaran.

Por ejemplo, la empresa donde yo trabajo, Televisa. Considero que en todo el mundo no existen técnicos mejores que los suyos para transmitir un juego de fútbol. Y yo he visto fútbol -como es una de mis pasiones- en todo el mundo. No creo que haya canal que lo haga mejor. Tenemos, claro, la experiencia de dos Mundiales, y en México vemos los partidos de Argentina, de aquí, de Europa. Pero eso no creo que interese mucho traerlo acá, porque no creo que interesen mucho los equipos mexicanos. Interesa la telenovela, que creo ha sido la especialidad en México. Y destaca por encima nuestro programa porque la trascendencia ha sido mayor. Es el único programa que se transmite en 20 países.

-¿Le gusta tanto el fútbol?

-Uh, me encanta. Soy hincha del América de México. Deberíamos estar jugando con Peñarol la Copa Interamericana, porque había un acuerdo anterior para jugar el campeón de la Libertadores de América con el de la Concacaf. Pero parece que ya no les interesamos mucho (risas). Ya ha sucedido dos veces que nuestros campeones vencieron a los del sur. Cuando Boca fue campeón, precisamente nosotros, el América, le ganamos. Me encanta el fútbol.

-¿Va al estadio?

-No, porque la gente me molestaría y, aparte, en la televisión se ve estupendo. Tengo un par de televisores, y podría tener cuatro, porque tenemos cuatro partidos simultáneamente en México y estoy con un control remoto fichando uno y otro.

-¿Vio los partidos de Peñarol por la Copa Libertadores?

-Sí. Tuvieron buena suerte, ¿eh? En el último momento. Aguirre fue, ¿verdad? Allá hemos tenido a muchos jugadores uruguayos. Si hay un país que se distingue en fútbol es precisamente Uruguay.

-También le gusta la música. Al menos ha trabajado en comedias musicales.

-Sí, pero ahí creo que me quedé un poco atrás. La música moderna me cuesta trabajo, la muy ruidosa. Pero sí me gusta mucho la música.

-¿Y al Chavo no le gusta la música moderna?

-No sabe el pobre, no sabe.


17.11.14

Las brujas están cazando

En una de sus memorables contratapas del semanario Jaque, Maneco Flores Mora escribió en forma premonitoria en 1984:

"Siempre me he opuesto a la caza de brujas. Siento ahora que viene el tiempo en que (...) tendremos que oponernos también a que las brujas salgan a cazar. Están cazando".


Flores Mora Jaque contratapas
Lo recordé al leer que el Instituto del Niño y del Adolescente del Uruguay (INAU) sancionó con una multa de 32.650 pesos a un modesto periódico del interior del país, el semanario El Municipio, de Carmelo.
Para un medio de prensa pequeño, como necesariamente lo es uno de una ciudad de apenas 20.000 habitantes, una multa de esa envergadura puede ser la partida de defunción. Para un pueblo, el cierre de un medio de prensa siempre es una tragedia. No le preocupó ni una cosa ni la otra al INAU. Uno presume que la falta cometida por El Municipio debe haber sido muy grave.
¿Qué hizo el periódico? Atendió a una vecina que llegó a su redacción desesperada. Pedía que por favor alguien la ayudara a mantener a su familia. Contó: "Mi hija de 16 años salió hace dos años del INAU, donde estuvo internada porque el padre la violó. El varón de 17 años está medicado, porque a causa de los golpes que le daba el padre quedó muy violento". Agregó: "Tengo dos nenas más: una de ocho años y otra de diez. También tengo conmigo una hija de 20 años… y mi nietita de un año. La verdad es que yo no puedo salir a trabajar porque a los chicos de 16 y 17 años, son dos personas que yo tengo que tener controladas". Relató cuáles son sus ingresos y sus angustias: "Recibo 1.300 pesos de tarjeta y 2.300 pesos de asignación, con eso tengo que vivir todo el mes (...) Necesito comestibles, pañales para mi nieta, que es lo más caro. Pido eso hasta que los chicos que tengo con problemas puedan salir un poco adelante y yo pueda conseguir un trabajo (...) Necesito ayuda, lo mínimo para mí es mucho".
Para el INAU, como la mujer dio su nombre verdadero y su dirección, y como El Municipio los publicó, se violaron dos artículos del Código de la Niñez y Adolescencia que resguardan el derecho a la privacidad: "Todo niño y adolescente tiene derecho a que se respete la privacidad de su vida, no se utilice su imagen en forma lesiva, ni se publique ninguna información que lo perjudique".
El caso es muy discutible y no queda claro que el medio de prensa haya incumplido la normativa, porque nunca publicó los nombres de los chicos, ni sus fotos. Y la información que sí publicó fue dada por su propia madre, en un intento de la que sociedad conozca su tragedia y pueda ayudarla. Dio su nombre y su dirección para que le lleven comida y pañales, porque vive en la miseria.
De aquí en más, gracias al precedente sentado por la burocracia del INAU, la próxima vez que alguien en Carmelo o en otro pueblo necesite ayuda para sus hijos, ningún medio publicará su caso. Y nadie ayudará.
Maravillas de la corrección política.
La sanción a El Municipio, además, tiene como efecto secundario el ayudar a esconder la miseria que, a pesar de los loables éxitos obtenidos por los gobiernos del Frente Amplio en reducir la pobreza, todavía abunda en el Uruguay de hoy, a pesar de algunos intentos por negarla.
Resultado final: los hijos de la señora fueron golpeados, violados y no tienen lo que comer pero, eso sí, su derecho a no ser estigmatizados está celosamente custodiado por el Estado.
¿Hay que salir a festejar?
No es un caso aislado, lamentablemente.
La doctora Adriana Grisoli, responsable de la policlínica del barrio Casavalle de Montevideo, donde trabajaba desde hacía 30 años, dijo al diario El Observador en 2012: "es común que los niños sean violados permanentemente". Agregó que la violación "ya se ve como algo aceptado en una zona donde la mitad de los niños no va a la escuela y los que van es para almorzar y merendar".
El propio director del INAU, Jorge Ferrando, dijo días atrás que en 2014 se alcanzó un récord de denuncias de casos de abuso sexual a menores. Lo expresó de un modo muy curioso, como si fuera un éxito: "Se ha ido logrando que haya cada año más denuncias", le dijo a a radio Montecarlo.
Supongo que ve como un logro que la gente denuncie, lo que está bien. Pero uno tiene derecho a preguntarse: ¿no será que las denuncias aumentan porque también aumentan los casos?
En todo caso, el INAU no solo no logra solucionar este gravísimo problema del Uruguay, sino que también forma parte de él, ya que muchos de los abusos contra los menores, incluyendo tortura, han ocurrido dentro sus dependencias. Hay gente procesada por la Justicia por ello. En ese contexto, es casi risible que el INAU sancione a un pequeño semanario del interior por el pecado de darle voz a una madre desesperada.
La misma alteración de la realidad se ha visto a raíz del asesinato de la niña Yamila Rodríguez, de 15 años, en Maldonado. Ese también fue otro caso de abuso sexual infantil, porque su cuñado la violó y luego la mató para evitar ser denunciado.
Es cierto que algunos medios de prensa hicieron una cobertura espantosa, difundiendo rumores infundados y aspectos de la vida privada de Yamila. Muchos periodistas olvidan que, cuando cubren casos policiales, el muerto no está para defenderse de las versiones que recogen por ahí.
Organizaciones feministas, el sindicato de la prensa, voceros políticos y periodistas políticamente correctos pusieron el grito en el cielo por esas crónicas equivocadas, injustas e indefendibles.
Pero tanto criticaron la cobertura de los medios que -queriéndolo o no- ayudaron a soslayar los problemas de fondo, más importantes: la miseria del barrio Kennedy, el interminable ciclo de abuso sexual infantil, la demora de la policía en tomarse en serio la denuncia de una familia pobre y, sobre todo, la saga de homicidios que padecemos sin que se le mueva un pelo a nadie. Otro más.
Si uno lee las redes sociales uruguayas parecería que lo peor que le pasó a Yamila fue lo que la televisión y alguna prensa dijeron sobre ella.
Pero no.
Es mentira.
Lo peor que le pasó a Yamila fue que, después de violarla, la asesinaron.

2.11.14

Diez apuntes sobre las elecciones

Diez cosas que me atrevo a decir sobre las elecciones.
1) Un porcentaje importante de uruguayos nace a la vida política con una camiseta y muere con ella, a pesar de todo. Se quejan, se escandalizan incluso, pero al final votan lo mismo. Eso reduce los costos que los gobiernos pagan por sus errores y horrores.
2) Los que no tienen la camiseta puesta, deciden su voto según motivos varios, pero el principal en el mundo entero es el económico. Desde que asumió el Frente Amplio, crecieron los salarios de empleadas domésticas, obreros de la construcción, maestros, policías, trabajadores rurales y un largo etcétera. Todavía hay muchos salarios muy modestos, demasiados, más de los que algunos dirigentes del Frente Amplio gustan admitir, menos aún en esta hora de euforia. Pero, en promedio, antes eran peores. ¿Alguien que hoy vive mejor cambiará su voto por el escándalo de Pluna? No creo.
Mujica elecciones Uruguay
Vota el presidente Mujica. Foto: Presidencia del Uruguay.
3) Lo anterior explica también el triunfo del Frente Amplio en departamentos donde antes arrasaban los blancos. Un colega que recorre el interior me dijo sobre la alta votación del Frente Amplio en pueblos del interior profundo. "Ahí votan los trabajadores rurales que ahora tienen una ley que reduce a ocho horas su jornada de trabajo, que multiplicaron su sueldo, que ahora se pueden comprar una moto y un teléfono celular, acceden a internet y conocen lo que pasa en el resto del país y en el mundo. De esos pueblos, además, salen muchas de las empleadas domésticas del país".
4) Además de la gente que mejoró su salario, están los que reciben ayuda económica directa. Esos menos que menos van a cambiar de voto.
5) A la hora de definir el sufragio, el único asunto capaz de competir en un plano de cierta igualdad con el económico es el de la seguridad ciudadana. Ese tema también importa y es notorio que una buena parte del electorado no está conforme con la situación actual. Muchos apoyaron el plebiscito para que los adolescentes de 16 y 17 fueran juzgados como adultos si cometían delitos graves no tanto por el proyecto concreto en sí, sino porque reclaman más seguridad.
El plebiscito permitió una cosa curiosa: se podía votar al mismo tiempo al partido que reparte ayudas sociales y mejoró los salarios (Frente Amplio) y por un aumento de la seguridad pública (papeleta del Sí). Hubo miles de estos votos.
Quizás, entonces, el plebiscito terminó por ayudar al Frente Amplio y le dio una válvula de escape al mayor problema que tenía en la elección (y que sigue teniendo hoy todavía).
6) Las encuestadoras y algunos politólogos dicen que la educación es la otra gran preocupación de los uruguayos. Pero la educación, cuyo desbarranque comenzó con los partidos tradicionales y continuó con el Frente Amplio, en el fondo no le importa mucho a nadie. Los padres no marchan por 18 de Julio protestando porque su hijo atravesó todo el liceo y no sabe escribir una carta en castellano, de hablar inglés ni hablamos. Los padres nunca se quejan cuando sus hijos se quedan sin clases porque faltan los docentes ni por el enésimo paro de profesores. Darle una educación de calidad a los pobres para que sus hijos puedan mejorar más allá de los modestos horizontes que hoy se festejan es un enorme debe del Frente Amplio. Pero, mientras haya dinero para parar la olla, nadie lo piensa en esos términos. No nos engañemos: en Uruguay nadie cambia su voto por la educación.
7) Los casos de corruptela y corrupción le importan mucho solo a un electorado ilustrado, minoritario, que sigue las noticias al detalle todos los días. Dentro de ese mundo, hay gente que se molesta y patalea, pero no cambia su voto (ver punto 1). Fuera de ese sector informado, mucha gente ni se entera, más aún si la mayor parte de la oposición decide no hablar de ellos.
Hay muchos ejemplos de como estos casos no deciden las elecciones, no solo en Uruguay sino en el mundo. Menem fue reelecto en Argentina. Berlusconi ganó mil veces. El matrimonio K lo mismo, a pesar de su enriquecimiento. El PT acaba de ganar en Brasil por cuarta vez, a pesar de tener un rosario sin fin de escándalos mayúsculos y muchos importantes dirigentes presos por corruptos.
8) Se habla de que el Frente Amplio tiene una hegemonía cultural que aprovecha en las urnas. Creo que es una verdad a medias. La hegemonía cultural en Uruguay la tiene la izquierda, el progresismo, el igualitarismo, el viejo batllismo original de Don Pepe, el que Jorge Batlle anunció que enterraría y por supuesto no pudo, la idea de que el Estado tiene que ser el escudo de los pobres, como decía José Batlle y Ordóñez. Ese ideal lo aprovechó durante décadas el Partido Colorado, que lentamente, lustro a lustro, se fue corriendo hacia la derecha hasta llegar a la posición que hoy ocupa: es la opción electoral más derechista disponible y por eso vota tan mal. Hoy el partido que más sintoniza el ideal progresista e igualitarista del uruguayo promedio es el Frente Amplio, y los votantes de centroizquierda que resisten en minoría dentro de los partidos tradicionales cada vez son menos. Pero esta elección también mostró una brecha en esa lógica: quedó claro que se puede ser de centroizquierda o de izquierda y no votar al Frente: hubo muchos votos nuevos al Partido Independiente, a la Unidad Popular y al PERI. Hasta el Partido de los Trabajadores, que nunca llegaba a mil votos, esta vez pasó los 3.000. El PI y la UP también resultaron victoriosos en esta elección, en la que todos los que honestamente pueden decir que ganaron están a la izquierda del centro.
9) Los partidos tradicionales hoy no entienden el punto 8.
10) Tomando las palabras del politólogo Daniel Chasquetti "el problema de buena parte del Frente es que tiene poco republicanismo". Es un problema importante y de difícil solución, porque esa falta de republicanismo está en los genes de algunos -no todos- los grupos que componen la coalición. Pero si el Frente no tuviera ese problema, y en vista de los puntos anteriores, le podría ir todavía mejor.

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